En aquella esquina con paredes azules, adornadas con grafitis improvisados por las manos inquietas de los niños del barrio; en esa esquina abrazada por árboles que nunca pierden la esperanza, en esa esquina que cada día se hace testigo de atardeceres anaranjados, rosados y verdes…
En esa esquina, cada cierto tiempo
ocurren milagros de distintas proporciones, por ejemplo: un día, allí, un chico
de cejas pobladas, hermosa nariz, mirada negra y diminuta boca, y una chica de
cabello negro y manos pequeñas, consumaron un beso que quedó para la
posteridad.
En esa bendita esquina una mujer se
abrazó a sí misma y se dedicó dos discursos que incluían grandes verdades y
desahogos.
Tantos pasos han recorrido ese pequeño
pedazo de geografía, algunos ignorantes de lo que allí sucede, otros,
totalmente agradecidos por la magia que se materializa bajo esa instancia del
cielo.
Comentarios
Publicar un comentario