Foto:
Archivo personal. ©2016
La
loca de las flores le llaman,
porque
cada mañana se adueña de los bonches,
los
hace suyos posándolos encima de su oreja derecha.
La
loca de las flores le dicen,
porque
habla el idioma de las amapolas,
con
ellas habla hasta que el rocío de la madrugada toca su hombro.
La
loca de las flores la llaman,
porque
no llora, de sus ojitos brota néctar del más puro y apetecible.
La
loca de las flores le dicen,
y
es verdad, está loca de atar
porque
ya no ríe de forma humana,
porque
de su boca sólo brotan capullos con olor a fascinación.
La
loca de las flores se viste de verde,
y
sueña con un presente en el que lluevan pétalos
del
color de los ojos de su amado.
La
loquita y la lluvia son amigas íntimas,
hablan
sin hablar,
se
cuentan sus secretos,
incluso aquellos empañados por la niebla
espesa que viene con el paso de los años.
La
loca de las flores tiene un corazón que bombea primaveras eternas,
y
un espíritu que nunca se cansa de emitir risas fuertes,
risas
de esas que se tornan en auténticos dardos de felicidad;
ella
exhala el néctar de las flores,
porque
las flores la poseen,
las
flores toman vida en ella,
las
flores la visten,
las
flores la celebran...
Ella
y las flores,
las
flores y ella.
Comentarios
Publicar un comentario