Es bueno llorar de vez en cuando,
sólo así la tristeza puede cambiar
de color,
volverse transparente
y dejar de lado las ropas negras
que ha vestido toda su existencia.
Es bueno llorar de vez en cuando,
para que los malos recuerdos
empaquen maletas
y se rompan la vida
al caer al suelo en forma de
lágrimas.
Es bueno llorar de vez en cuando,
para que la frustración y los
miedos,
salgan despavoridos por la ventana
de los ojos.
Es bueno llorar de vez en cuando,
para después levantarse
y secarse las mejillas inundadas de
sal y agua,
de restos mortales de sueños rotos,
de fantasías oxidadas e
inalcanzables.
Al fin y al cabo,
llorar es un acto
de valentía que riega el alma
y permite el retoño de coloridos
amaneceres.
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