Cae
nieve sobre mí,
soy
la antítesis de la esperanza,
hoy
se desgarra mi vida y todo lo que hay dentro de ella,
mis
pensamientos del presente
están
sumergidos en el pasado,
en
un tiempo que estaba recubierto de perfección y belleza,
y
lo que más me duele
es
que en aquel entonces yo no lo sabía.
Mi
propia vida se me escapa de las manos,
se
me va como polvo
que
el viento arrastra a su antojo;
ya
casi me despido de este paraíso que me vio nacer,
de
este mundo que puso golondrinas y gaviotas a mis pies.
Un
humo glacial corroe mi piel,
hoy
le digo adiós al mar y a sus estrellas anaranjadas,
al
vientre sobre el cual reposó mi cabeza,
a
las comisuras de los labios
que
con pasión me besaron;
a
los libros que llenaron de fantasías mi realidad,
al
café que inundó con su delicado sabor
cada
milímetro de mi boca.
Hoy
miro a los ojos del cielo
que
tuve la dicha de contemplar cercano,
para
decirle que no nos volveremos a ver;
con
pesar le doy un último adiós
a
los planes que tenía para el futuro,
al
suave vino que deleitó mi lengua
en
la noche bohemia de un sábado cualquiera.
No
tengo la certeza de volver a verte,
espero
que el musgo que recubre mis lágrimas
se
convierta en polen sagrado
cuando
mi alma abandone
este
cuerpo que ya no tiene fuerzas para continuar.
Quiero
que sepas
que
uno de mis momentos favoritos en esta vida
fue
poder mirarte a los ojos
y
decirte un “te amo” infinito, gigante y sin reservas.
Mi
último deseo
es
que no me condenes a las cadenas del olvido,
que
atesores en un ámbar
los
instantes de oro
que
compartimos juntos;
espero
que de vez en cuando
levantes
tu mirada hacia el infinito
y
que cuando veas los luceros titilantes
recuerdes
que tenía el anhelo
de
conquistarlos junto a ti.
Y
si hay vida después de esta,
no
te quepa la menor duda
de
que te esperaré
con
un alma inundada de frenesí,
en
una mesa servida
con
la continuación de nuestros sueños.
Si
Dios quiere,
estaré
esperándote al lado de la Vía Láctea,
más
allá de la mortalidad de nuestros cuerpos,
en
un lugar donde bandadas de faisanes dorados
escoltarán
nuestra felicidad eternamente.
Comentarios
Publicar un comentario