Dicen que la sangre no duele, pero en este helado domingo de mayo, que quisiera desaparecer de todos los calendarios, la mía se retuerce y grita de dolor… Porque yo no te amé con todo mi ser, no te amé con el alma, no te amé con el corazón, sino con toda mi sangre… con toda esa sangre que solía correr emocionada por mis tuétanos, y que hoy gracias a ti, se detiene agonizante, se ha convertido en un líquido amargo y espeso, obscuro y sollozante, por el que a esta hora circulan, vagos y ataviados de tristeza, los cuerpos sin vida de los recuerdos que guardaba de ti. En una pequeña bocanada de tiempo me quedé sin las impresiones de lo que eres tú, en menos de un minuto, todas las ilusiones que vivían gracias a ti, se suicidaron, saltaron al vacío de este mundo. Y te fuiste de mí como siempre: cobarde, en silencio, sin lágrimas de arrepentimiento, sin explicaciones, sin una mirada de amor, sin un beso,
“Y la poesía es eso que nos asombra y nos nombra, que nos taladra las sienes como un balazo.” Raúl Gómez Jattin