Ahí va ella
la mujer de cabello oscuro y
de mirada estrecha y misteriosa
esa mujer
de labios gruesos y de sonrisa agridulce
de ella salen fuego y hielo
por igual.
Ahí va ella
a la que le cuesta vidas
enteras entregarse
ni ella
misma entiende la oleada de sentimientos que se hospedan en su cabeza, su alma
y su corazón.
Ahí va esa mujer, mitad
ángel y mitad demonio
arrastrando sus dolores y
arrepentimientos
regalándole sus lágrimas al
pasado
y ofreciéndole una enorme
duda al futuro.
Por aquí camina
agitando sus manos hacia el
cielo
esas mismas
manos que fueron su instrumento para probar el mismísimo paraíso
esa mujer que cuando se mira
en el espejo no logra descifrarse
esa misma que se pensaba
cobarde
y que un veintitrés de marzo
hizo historia en su propia vida
ese día rojo por fin se
descubrió llena de coraje.
Ahí va esa
mujer que se maquilla de sueños, que se desviste, se peina y se duerme pensando
en un imposible,
aquella que
amó y que ama –de manera revolucionaria y extraña- y que lo seguirá haciendo
hasta el día en que no sea más.
Cuando la miras de cerca no puedes
entender lo que hay detrás de ella,
algunos
piensan que está loca, que es una lunática egoísta,
otros hasta
sienten lástima por ella,
pero alguien
que la miró por dentro se dio cuenta de que ella es tantas cosas a la vez;
en ella lo bueno y lo malo
se conjugan de manera magistral
en ella todo es una aventura,
talladas en todo su ser
están la pasión y la ingenuidad.
Hoy, como nunca antes, pude
verla de cerca, conversé con ella
me contó sobre lo que quiere
dejar de ser,
me dijo que
está enamorada de tantas cosas, personas y misterios, que siente que debería
tener al menos siete vidas más para conquistarlos todos.
Me confesó que está tan rota
que no sabe si algún día se encontrará completa.
Esa mujer,
cuya piel es transitada por innumerables lunares, me dijo que camina con la
cabeza en alto aunque no sepa con certeza hacia dónde se dirigen sus pasos,
habló de sí
misma como un mar de contradicciones con el que a veces se siente inmensamente
feliz y otras, desgraciada.
Y antes de continuar con su
incierto camino
me dijo que le ha tocado ser
herida, pero también arma mortal,
que sus
días transcurren entre risas, lágrimas, dudas, anhelos, ilusiones, esperanzas,
miedos, soledades y silencios;
y que le
encanta mirar el cielo estrellado, porque allí siempre encuentra el brillo que
le falta a su mundo.
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