Y aquí estoy yo… con todo mi ser revolviéndose en una cama que le queda pequeña, en medio de la oscuridad que ofrecen las once de la noche, al son de una bizarra pero encantadora y tibia melodía que da abrigo a mi alma; trato de encontrar los porqués de todos los ¿por qué? que vagan en mi corazón cual almas en pena. De repente, osan llegar a mi mente dos valientes preguntas: ¿Cuál fue el momento preciso en que empecé a idolatrar tus ojos? ¿Qué fue eso que vi en ti y que provocó que mi corazón se acelerara un centímetro más de lo que solía latir? Tengo que decirte, muy a mi pesar, que en este instante me encuentro destrozada en pedacitos que no se pueden contar ni aunque me prestaran un ábaco conformado por todas las estrellas de este universo y los otros que existen… ¿El motivo? Verás… me aflige excesivamente el hecho de no tener el poder sobre este cuerpo y esa alma que dicen ser míos, pero que no me dice
“Y la poesía es eso que nos asombra y nos nombra, que nos taladra las sienes como un balazo.” Raúl Gómez Jattin